Sons of Anarchy
La
serie televisiva Sons of Anarchy
relata las terribles vivencias de un clan de moteros en un pueblo ficticio
(Charming) de California. El club de motociclistas lucha por sobrevivir en una
compleja y aparentemente interminable espiral de violencia, mentiras,
desolación y odio, sobre todo odio. La estética, la estructura interna y el
cariz criminal del club están inspirados en el conocido club estadounidense
Hell’s Angels. Sin embargo, en lo que atañe al argumento planteado, a la
historia y a las relaciones narrativas que se desarrollan durante esta
brillante serie que ya va por su quinta temporada, observamos una hábil
combinación de elementos épicos y trágicos, así como una profunda inspiración shakesperiana.
¿Shakespeariana? A poco que observemos, comprobaremos que la verdadera esencia
de este drama se encuentra en Esquilo, en sus Coéforos y en la infinita
batalla de aquella familia, la de los Atridas, por huir del horror en el que
ellos mismos se encierran. Nos encontraríamos así ante uno de tantos ejemplos
de transmisión indirecta: aunque los guionistas reconozcan la influencia de Hamlet y no tanto la de la obra esquilea,
ambos eslabones están conectados y podemos encontrar la presencia de la tragedia
griega a través de este “filtro”.
El personaje que pone en marcha la historia está en
estos momentos muerto: John Teller, uno de los fundadores del club que,
para todos, es una auténtica familia, independientemente de las relaciones de
consanguineidad. Es decir, funciona como un génos griego. J.T. fue
pareja de Gemma, una mujer fuerte y batalladora, con la que tuvo dos
hijos: Thomas y Jackson.
Lo interesante llega cuando entendemos que Thomas ha muerto tiempo atrás,
víctima de una enfermedad degenerativa. Gemma reprocha a J.T. la muerte de su
hijo pequeño, y no se la perdona. Parte de su rabia acaba filtrándose en la
relación que mantiene con un amigo de su marido, otro fundador del club, Clay
Morrow. Lo que comienza como una historia de desengaño termina siendo una
aventura entre estos dos personajes, que deciden tramar juntos la muerte de
John Teller. Jackson crece en ese mismo mundo, intentando asemejarse al que en
muchos sentidos ya identifica como su padre. Pero su corazón está poblado de
dudas: hay una constante nostalgia por el hermano muerto, así como una extraña
relación con la figura ausente de su padre real.
Clitemnestra y Orestes
Estableciendo
un paralelismo de papeles desempeñados en la trama, es fácil comprobar que John
Teller funciona como una suerte de Agamenón (si bien el personaje de J.T.
resulta mucho más amable para el espectador que el rey de Micenas), y Gemma,
luchadora y agresiva, encarna el personaje de Clitemnestra, sobre todo en el
asesinato que perpetra, en complicidad con su amante (Clay Morrow en un caso,
Egisto en el otro), contra su marido. Jax, claro protagonista de la serie,
encierra en sí mismo toda la fuerza y complicaciones del personaje de Orestes,
aunque en su caso la necesidad de venganza y la ira que siente se concentran en
la traición de Clay –Egisto‑. Incluso se podría hablar de una equivalencia
funcional en el personaje de Thomas con la sacrificada Ifigenia, ya que su
muerte es el punto de partida, pues separa a Gemma de J.T. y persiste siempre
en la memoria de Jax como detonante de la violencia.
Clitemnestra y Egisto
Pero la verdadera muestra de influencia clásica en Sons
of Anarchy se encuentra, por encima de todas estas correspondencias de
caracteres, en su filosofía más profunda y en el motor de toda la acción
trágica que se desarrolla. Porque la historia se basa en un círculo de sangre
del que no se puede salir únicamente por un motivo: el honor y la venganza, así
como el dolor que por ellos se produce. La cadena de motivación de la antigua
tragedia resulta evidente: vemos la hýbris en Clay, la ceguera fatal en
Gemma, la némesis en Jax.
Egisto y Orestes
En
cualquier caso, se perciben las aspiraciones por parte de los creadores de la
serie de edificar una estructura narrativa poderosa, que alcance dilemas y
problemas universales. Independientemente de cuál sea el germen de la
reescritura, la tragedia se respira igual que el oxígeno. Porque estamos ante
una historia de hombres que intentan, como todos los hombres, rebelarse contra
un destino que ni siquiera saben si está escrito. Hombres que quieren ser
dioses. Mortales que no están dispuestos a morir.
Marina Solís de Ovando
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