El proyecto Marginalia: en los márgenes de la tradición clásica tiene como finalidad la exploración de la herencia cultural grecorromana en manifestaciones culturales tradicionalmente consideradas menores, por ser productos de consumo popular y estar incorporadas a la sociedad de consumo. Manifestaciones alejadas de los canales oficiales donde se produce esa cultura alternativa, donde se refugia y realimenta la tradición clásica, a través de los proceso de subversión, banalización o perversión de lo clásico: cómic, televisión, publicidad, panfleto político, música popular, y subproductos literarios como la ciencia ficción, el cuento infantil, la literatura fantástica, el relato romántico, etc.

Marginalia es un proyecto de investigación financiado por el MINECO (FFI2011-27645) y dirigido por la profesora Rosario López Gregoris de la Universidad Autónoma de Madrid. Participan en él Laura Gonzalvo Bas; los profesores Luis Unceta Gómez y Helena González Vaquerizo de la Universidad Autónoma de Madrid; Cristóbal Macías de la Universidad de Málaga; Jesús Bartolomé de la Universidad del País Vasco; Leonor Pérez Gómez y José María Camacho Rojo de la Universidad de Granada.

miércoles, 15 de mayo de 2013

LAS FALLAS DE VALENCIA: USO SATÍRICO DE LOS TEMAS CLÁSICOS



Cada año las voluptuosas Fallas de Valencia sirven de escenario para la crítica más mordaz y directa sobre las cuestiones del país que sean merecedoras de ella. Como no podía ser de otro modo, también encontramos aquí el uso de motivos de la Antigüedad clásica griega y romana como base o soporte de esta crítica. Estos motivos sirven de excusa para hacer referencia a cuestiones actuales, como veremos en los siguientes ejemplos.

Las Tres Gracias y Las Tres Desgracias



La Falla de Nou Campanar, titulada “Castillo de Naipes”, recibe este nombre como crítica a la situación social actual, que hace que nos sintamos como si camináramos sobre un castillo de naipes. En una de las imágenes, aparecen las Tres Gracias, que simbolizan lo que deseamos: ingresos, inversión y empleo. En época de bonanza económica, estos eran los pilares sobre los que se apoyaba la economía española, y las grandes curvas de estas Gracias responden a lo fructífero de esos tiempos pasados. En la otra imagen, las Tres Desgracias se muestran flacas y demacradas, simbolizando los gastos, los ajustes y el desempleo. 

Atlas soportando el Mercado Mundial




La Falla Convento de Jerusalén, titulada “Quien paga, manda”, muestra un ninot muy interesante: un ciudadano de Pastakistán soporta la bola de mundo, en la que se puede leer Mercat Mundial o World Market. Está claro que hoy en día esa es la carga más pesada de todas.

 La diosa Ártemis cuidando la Fauna Ibérica (con la ayuda de Posidón)


Falla plaza del Pilar. La diosa Ártemis, sobre un espléndido caballo, está ayudando al espíritu de la Fauna Ibérica. A las nuevas especies que han surgido hay que darles caza, pues campan a sus anchas y gobiernan a base de recortes. 

La Odisea de una ciudad en obras
 









Una personificación de la Odisea, con un Homero fallero sobre su cabeza, se horroriza ante las excesivas obras a las que se ve sometida su ciudad. Pues como dice el cartel: Por más que el ciego intenta caminar con fluidez, le han puesto tantas trabas que se transforma en Odisea.


Homenaje a la Odisea
 
 
 
 




La Falla Na Jordana, en la plaza del Portal Nou, es todo un homenaje a la obra épica del poeta ciego. El famoso caballo de Troya, el artilugio estratégico que utilizaron los griegos en la guerra contra los troyanos, forma el eje central de esta monumental falla. El héroe protagonista, Ulises, viaja atravesando situaciones dramáticas y esperpénticas, encontrándose con los personajes más sorprendentes de la mitología griega, todos ellos representados en diferentes ninots. El abuelo leyendo con la nieta la leyenda del caballo de Troya ha sido el ninot indultado del 2013, que muestra la unión de nuestro más antiguo pasado con el presente de nuestros días. Como dice el cartel de la imagen: Los Clásicos no mueren, aunque algunos quieran matarlos.

Texto y fotografías: Sandra Cruz Gutiérrez