Tal vez a
más de uno pueda sorprenderle que un hippie
prototípico de Florida nacido en el año 1943 tenga su epitafio escrito en
griego antiguo. Sin embargo, a poco que rastreemos descubriremos que esta es
una de las cosas más lógicas que se pueden contar en la historia del cantante,
así como su coherencia con todo el movimiento conocido como rock psicodélico.
Para empezar, Morrison era un fanático de la gran literatura: sabemos que
comenzó siendo poeta y que fue a raíz de un poema suyo que The Doors inició su
andadura. El propio nombre de la banda se debe a un verso de William Blake (“If the doors of perception were
cleansed...”). Pero lo más importante es que el mundo grecolatino tuvo
siempre una importancia especial para los grupos que protagonizaron el movimiento
psicodélico en los años 70. ¿El motivo? Grecia y Roma (especialmente Grecia)
representaban un romanticismo, un culto al pasado irrecuperable que para este
movimiento resultaba fundamental. Un concepto básico para estos grupos era el
de evasión, y de hecho pensaban
que esa era la función principal de la música (y de las drogas con que la
acompañaban). Así, si volvemos a The Doors y repasamos el anecdotario de su
leyenda, recordaremos aquel sonado espectáculo ofrecido en su sala habitual de
conciertos, aquel espectáculo en el que, llegado el momento de las
improvisaciones con el célebre tema (entonces todavía inédito) The End,
Morrison escogió hacer una grotesca interpretación del motivo central del mito
de Edipo: El proyecto Marginalia: en los márgenes de la tradición clásica tiene como finalidad la exploración de la herencia cultural grecorromana en manifestaciones culturales tradicionalmente consideradas menores, por ser productos de consumo popular y estar incorporadas a la sociedad de consumo. Manifestaciones alejadas de los canales oficiales donde se produce esa cultura alternativa, donde se refugia y realimenta la tradición clásica, a través de los proceso de subversión, banalización o perversión de lo clásico: cómic, televisión, publicidad, panfleto político, música popular, y subproductos literarios como la ciencia ficción, el cuento infantil, la literatura fantástica, el relato romántico, etc.
Marginalia es un proyecto de investigación financiado por el MINECO (FFI2011-27645) y dirigido por la profesora Rosario López Gregoris de la Universidad Autónoma de Madrid. Participan en él Laura Gonzalvo Bas; los profesores Luis Unceta Gómez y Helena González Vaquerizo de la Universidad Autónoma de Madrid; Cristóbal Macías de la Universidad de Málaga; Jesús Bartolomé de la Universidad del País Vasco; Leonor Pérez Gómez y José María Camacho Rojo de la Universidad de Granada.
martes, 23 de abril de 2013
EN LOS MÁRGENES DEL ROCK. El daimon del rock psicodélico
Tal vez a
más de uno pueda sorprenderle que un hippie
prototípico de Florida nacido en el año 1943 tenga su epitafio escrito en
griego antiguo. Sin embargo, a poco que rastreemos descubriremos que esta es
una de las cosas más lógicas que se pueden contar en la historia del cantante,
así como su coherencia con todo el movimiento conocido como rock psicodélico.
Para empezar, Morrison era un fanático de la gran literatura: sabemos que
comenzó siendo poeta y que fue a raíz de un poema suyo que The Doors inició su
andadura. El propio nombre de la banda se debe a un verso de William Blake (“If the doors of perception were
cleansed...”). Pero lo más importante es que el mundo grecolatino tuvo
siempre una importancia especial para los grupos que protagonizaron el movimiento
psicodélico en los años 70. ¿El motivo? Grecia y Roma (especialmente Grecia)
representaban un romanticismo, un culto al pasado irrecuperable que para este
movimiento resultaba fundamental. Un concepto básico para estos grupos era el
de evasión, y de hecho pensaban
que esa era la función principal de la música (y de las drogas con que la
acompañaban). Así, si volvemos a The Doors y repasamos el anecdotario de su
leyenda, recordaremos aquel sonado espectáculo ofrecido en su sala habitual de
conciertos, aquel espectáculo en el que, llegado el momento de las
improvisaciones con el célebre tema (entonces todavía inédito) The End,
Morrison escogió hacer una grotesca interpretación del motivo central del mito
de Edipo: 
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